¡Canto, danza y música!
Expo-Expresión 2015
El evento fue organizado por alumnos de Educación Física de la PUCV y contó con la participación de distintos grupos de danza de la región.
Fácilmente hay más de unos 23 grados aquí en el gimnasio, voy tarde, así que intento pasar piola y buscar un buen asiento. No me resulta mucho, ya que mis jeans y zapatos altos destiñen entre tanto buzo y zapatillas fluor. Quedé en la tercera fila al medio, el show todavía no parte. Hay un biombo, decorado con globos y unas letras que forman las palabras “Expo Expresión 2015”. También hay tiras de papel roneo en celeste, amarillo y rosa; son las cortinas que intentan disimular las colchonetas del lugar.
Los animadores, vestidos muy formales ya están ubicados en el “escenario”. Hay varias sillas, sin embargo, muchos (supongo que son) alumnos están sentados en el suelo. Además, hay algunos profes y papás. Tienen en sus manos unas tarjetas, como si fuera un programa de televisión y deben nombrar a cada uno de los artistas que se presentará.
El espectáculo comienza y aparece un hombre de unos 50 años, delgado, lo acompaña una guitarra. Hacen unas cuantas pruebas de micrófono y parte. Tiene una canción llamada Café pa’ ti, que cuenta la historia de una secretaria. Es media ranchera, así que le pide al público las palmas. La gente se mete en onda, a tal punto que corean la letra, se oyen unos uyui y unos uija, siento que estoy en el campo. Termina su presentación y algunos gritan “gaviota, gaviota”, cual Festival de Viña. Se va en una ovación.
Aparecen 3 mujeres y 2 hombres, deben tener entre 16 y 18 años, van con unas poleras blancas sueltas y unas calzas. La música es suave, sus movimientos son muy delicados, me da la impresión de que bailan en las nubes y no quieren romperlas. Se va el grupo y solo queda una de las chicas, su baile transmite preocupación y tristeza. Luego entra una pareja, con la misma vestimenta pero en un tono beige. Bailan al ritmo de Thinking Out Loud de Ed Sheeran, están muy coordinados, sus movimientos son duros y firmes. Terminan de la mano. Vuelve a escena una de las chicas de blanco, se mueve por el escenario descubriendo cosas con sus manos, es como un mimo. Su presentación termina con un abrazo al suelo.
Luega entra a escena un chico delgado, vestido con camisa a cuadros, unos lentes y un pelo bastante peinado, tiene pinta de hipster. Los tramoyistas (que cada vez que aparecen son aplaudidos), le instalan un micrófono. Comienza a cantar una canción de Adele, su voz es muy delicada y fina, cierro los ojos y pareciera que es una mujer, pero no. De un momento a otro saca el micrófono y comienza a moverse por el escenario, se lo devora con su voz. Termina la canción y es aplaudido por todos los asistentes, incluyéndome. Al lado mío unos chicos comentan: “¿No era playback, cierto?” Reaparece el grupo de chicos del principio, esta vez con shorts y poleras ajustadas, las mujeres con el pelo desordenado. Comienzan a bailar algo así como dancehall, sus movimientos son bruscos y rápidos, locos. Nada parecido a lo que hicieron en un principio. Terminan y se juntan todos en el escenario, incluído el chico que cantó. Así culmina la presentación de la Escuela de Talentos de Villa Alemana.
El baile continúa, esta vez, de la mano de alumnos de la PUCV del Conjunto Margot Loyola, irán por las danzas tradicionales. Aparece una pareja con traje de salón, listos para una cueca, y como suponía, las palmas no se hacen esperar. Siento que volvimos al 18. Para la segunda patita, se escoge a un hombre y una mujer del público, terminan aplaudidos por todos. Luego viene el pascuense y aparecen unas chicas con pareos coloridos, flores en la cabeza y pintura en la cara. La música es tan relajada, que me imagino en una hamaca. Luego entra un chico, también con la cara pintada, pero sin flores. El ritmo cambia, es más rápido, parece como un ritual polinesio. Los pasos van acompañados de unos cuantos gritos, ahora de verdad siento que estoy en la isla.
Llegan unos cuatro chicos con poleras blancas y negras llegan al escenario, van a bailar k-pop. Hacen doblaje de una canción que no conozco. Sus movimientos son rápidos y generan aplausos espontáneos del público. Me recuerdan a los Backstreet Boys en sus años mozos. La presentación demanda tanta energía que cuando terminan, un chico queda en el suelo, se van aplaudidos por todos.
Entra al escenario “Danza, alma y tierra”, otro conjunto musical que presenta el flamenco. La pareja que está en escena demuestra una gran complicidad, mantienen la mirada fija en el otro durante todo el baile. Se sonríen, sus roces son precisos. Pareciera que han hecho este baile desde toda la vida.
Termina la “Expo Expresión”, los animadores llaman a cada uno de los participantes y les entregan un diploma y unas flores a modo de reconocimiento por su participación. Es ahí cuando me acerco a Benjamín, el chico que bailó tamure. Le pregunto qué le pareció esta instancia, él me señala que “es buena para compartir la cultura ya que nunca está de más conocer sobre otras. Si bien yo iba con folclore, estaban los chicos de k-pop, otros con danza más contemporánea, lo bacán es eso, que a todos nos une la danza”.


