VALTOUR

Existen muchas leyendas sobre la identidad oculta en aquellos sucios harapos que cubren al flautista de Viña del Mar. Hoy, son muchas las historias que se cuentan sobre él y las monótonas melodías que resuenan de su descuidada flauta, pero en realidad, nadie sabe cuál es su origen.

Caminando por el centro de la ciudad, de vez en cuando, puedes oír una desafinada melodía proveniente de un hombre que posee el aspecto de un mendigo de la época medieval, casi sacado de una película de horror; cubierto de pies a cabeza por una máscara remendada y una túnica hecha de trapos que solo permite ver sus manos.

Se encontraba de pie mirando hacia la nada a las afueras de Plaza Portal Alamos, con la máscara empapada en agua y un morral hecho de sacos que colgaba de una de sus manos. Eran casi las cinco de la tarde y hacían unos veinticuatro grados de temperatura, los transeúntes que lo ven se preguntan por lo bajo si no tendrá calor. No pasan más de unos minutos cuando decide irse a dormir bajo la sombra de una banca desocupada al otro lado de la calle.

El centro estaba lleno, todos los espacios públicos estaban ocupados y muchas personas buscaban un lugar donde descansar, y cuando por fin  hallaban una banca, se daban cuenta de la presencia de aquel desamparado mendigo durmiendo bajo la misma. Nadie se atrevía a molestarlo, los niños que pasaban preguntaban a los adultos quién era tal personaje, es ahí cuando se escucha rumorear por las calles la leyenda del flautista de Viña del Mar: un hombre que no soportó la perdida de una hija e intento suicidarse quemándose a lo bonzo, por lo mismo, debe cubrirse para no mostrar su desfigurado rostro.

Ha pasado cerca de una hora, el calor ha disminuido y el enigmático personaje decide ponerse manos a la obra, cruza la calle y se ubica exactamente donde se encontraba anteriormente, saca un vaso de cartón arrugado de su morral y lo dispone en el suelo para recibir propinas, en ese momento comienza su ya conocido espectáculo: tocar flauta.

Cerca de él hay dos artistas callejeros; una mujer disfrazada de muñeca y un hombre disfrazado de la muerte, ambos muy llamativos y con una puesta en escena bastante entretenida, rodeados de gente logran obtener la atención del público, que, a diferencia del flautista, es ignorado, o eso parece, ya que a pesar de esto todos en la Avenida Valparaíso sabemos que esta ahí, tan solo que nadie tiene la valentía de acercarse siquiera a dejarle una moneda.

De pronto, una mujer de edad se acerca sin ningún temor a hablarle, de hecho, el tono de su voz es bastante cercano y cariñoso: “¿Cómo estás, mi niño?”. Los transeúntes quedan estupefactos ante tal situación, pues nadie se atreve a mirarlo debido a los terroríficos mitos que se cuentan sobre él (uno de ellos es que si te mira fijo, serás su próxima víctima).

Luego de un rato de que la mujer, de nombre Estrella De Lo Vasquez, hablara con él, el flautista deja de tocar y se da media vuelta, ignorándola por completo. “Me gustaría poder ayudarlo, yo no le tengo miedo, ni lo conozco. Dicen que está todo quemado bajo esa ropa sucia. He intentado hablarle un montón de veces, pero el solo me hace señas y cuando lo molesto mucho, se da media vuelta y me ignora como lo hace con todos, él no habla”. Y así fue, tal como De Lo Vasquez cuenta, él la evitó y dio por terminado todo contacto, dándose media vuelta.

“Yo soy capaz de pagarle diez mil pesos para que me muestre su cara, si quieres me llamas y venimos las dos juntas, ¡la curiosidad me mata!”, dijo con entusiasmo Estrella, a la vez que nos invitaba en su aventura.

El misterioso flautista prosigue sus desafinadas melodías repitiendo una y otra vez la misma tonada, a ratos deja de tocar y se queda fijo mirando a las personas que pasan. Los viñamarinos y la gente en general se demuestra temerosa e incómoda, pero aun así todos quieren saber quién es el misterioso hombre que se oculta bajo esos ropajes, si será realmente alguien que lo perdió todo, un mendigo, un pobre ser con problemas mentales o un simple acto teatral para ganarse la vida.